Trucos de pesca que me enseñó mi abuelo
By Bruna Carincotte
May 18, 2017
¿Quién no recuerda con cariño algo que aprendió de su abuelo? Las cosas que los mayores nos enseñaron se quedan con nosotros para siempre y, en muchos casos, se convierten en verdaderas tradiciones familiares. Ese es el caso de algunos consejos de pesca que aprendí de mi abuelo.
¿Quién no recuerda con cariño algo que aprendió de su abuelo? Las cosas que los mayores nos enseñaron se quedan con nosotros para siempre y, en muchos casos, se convierten en verdaderas tradiciones familiares. Ese es el caso de algunos consejos de pesca que aprendí de mi abuelo.
El viejo solía tener sus propias costumbres cuando de salir de pesca se trataba y la verdad es que era muy bueno pescando. Uno de sus trucos era buscar siempre el sitio más atractivo para los peces. Sabía que los peces se reúnen alrededor de las estructuras (naturales o artificiales) situadas en la orilla, como muelles o acantilados con fondos que se sumergen gradualmente.
Estos lugares sirven de refugio para peces pequeños, y de zona de alimentación para peces grandes. Es ahí donde tenemos más oportunidades para pescar. Los acantilados con gran profundidad, por el contrario, no son lugares muy atractivos para los peces. Por eso el viejo siempre me decía que los evitara. Existe una forma de identificar a qué profundidad se encuentran los peces que aprendí hace mucho tiempo. Se puede medir usando un método fácil y efectivo. Mi abuelo solía marcar el hilo justo en el carrete una vez que ensartaba un pez. Se puede hacer con un marcador de color o entizándolo con un pedazo pequeño de cinta. Una vez que se vuelve a tirar el anzuelo, se deja correr el hilo hasta que la marca salga del carrete. De esta forma, siempre vas a llegar a la profundidad donde se encuentran los peces.
También aprendí que la carnada viva es mejor. Los cebos frescos y naturales despiden olores que hacen que los peces se acerquen al anzuelo. Las lombrices, decía mi abuelo, son las más apetitosas y deben ensartarse por la cabeza para que no haya posibilidad de que escapen.
Todos estos trucos son parte de mi rutina de pesca junto a algunas costumbres que son casi un ritual de familia. Como hacía mi abuelo, siempre uso la misma caña como amuleto de la suerte. La coloco en la misma posición y en el mismo lugar cuando salgo a pescar en el bote. De hecho, aún conservo la misma caña que usaba cuando era niño. Puede que estas costumbres no tengan ningún fundamento real, pero son parte del patrimonio que heredé de mi abuelo y que ya le estoy enseñando a mi hijo. La pesca fortalece la unión con los seres queridos al tiempo que nos relajamos y disfrutamos de la naturaleza.
Mi hijo ya tiene afición por este deporte. Y aunque no siempre tenemos la misma suerte, yo espero algún día ser tan bueno como mi abuelo y que él aprecie esta tradición familiar tanto como yo.
Aprende más sobre Cómo pescar, y navegar. Disfruta de un día al aire libre con tu familia y amigos. Recuerda que debes comprar tu licencia de pesca antes de salir a pescar.
El viejo solía tener sus propias costumbres cuando de salir de pesca se trataba y la verdad es que era muy bueno pescando. Uno de sus trucos era buscar siempre el sitio más atractivo para los peces. Sabía que los peces se reúnen alrededor de las estructuras (naturales o artificiales) situadas en la orilla, como muelles o acantilados con fondos que se sumergen gradualmente.
Estos lugares sirven de refugio para peces pequeños, y de zona de alimentación para peces grandes. Es ahí donde tenemos más oportunidades para pescar. Los acantilados con gran profundidad, por el contrario, no son lugares muy atractivos para los peces. Por eso el viejo siempre me decía que los evitara. Existe una forma de identificar a qué profundidad se encuentran los peces que aprendí hace mucho tiempo. Se puede medir usando un método fácil y efectivo. Mi abuelo solía marcar el hilo justo en el carrete una vez que ensartaba un pez. Se puede hacer con un marcador de color o entizándolo con un pedazo pequeño de cinta. Una vez que se vuelve a tirar el anzuelo, se deja correr el hilo hasta que la marca salga del carrete. De esta forma, siempre vas a llegar a la profundidad donde se encuentran los peces.
También aprendí que la carnada viva es mejor. Los cebos frescos y naturales despiden olores que hacen que los peces se acerquen al anzuelo. Las lombrices, decía mi abuelo, son las más apetitosas y deben ensartarse por la cabeza para que no haya posibilidad de que escapen.
Todos estos trucos son parte de mi rutina de pesca junto a algunas costumbres que son casi un ritual de familia. Como hacía mi abuelo, siempre uso la misma caña como amuleto de la suerte. La coloco en la misma posición y en el mismo lugar cuando salgo a pescar en el bote. De hecho, aún conservo la misma caña que usaba cuando era niño. Puede que estas costumbres no tengan ningún fundamento real, pero son parte del patrimonio que heredé de mi abuelo y que ya le estoy enseñando a mi hijo. La pesca fortalece la unión con los seres queridos al tiempo que nos relajamos y disfrutamos de la naturaleza.
Mi hijo ya tiene afición por este deporte. Y aunque no siempre tenemos la misma suerte, yo espero algún día ser tan bueno como mi abuelo y que él aprecie esta tradición familiar tanto como yo.
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